Sin palabra
Publicado el 19 de diciembre de 2021 en el Blog de FORO Asturias. Pese a lo rica que es la … Continúa leyendo Sin palabra
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Cuando en el mes de enero de 2016 visité Islandia junto a dos amigas francesas, me ocurrió algo de lo … Continúa leyendo Un pequeño edificio de piedra
Una carrera de seis años como la mía da para muchas horas de clase, y desde luego, para muchas citas de mis profesoras y profesores. Sin embargo, una de las que más recuerdo, que nunca olvido y que me viene a la cabeza con frecuencia, fue aquella en la que mi profesor de Derecho Comunitario –aunque él es titular de Constitucional, claro– nos recordó la complicada naturaleza de lo que estábamos estudiando. Lo hizo diciendo, sencillamente, que al ordenamiento jurídico no se le puede ver paseando por la calle.
Siempre me he considerado muy afortunado por las personas que me rodean. Tanto las que venían ‘de fábrica’, léase familia, como aquellas en las que he tenido algo más que ver, y que suelo llamar la familia que elegí. De este segundo grupo hay, además, un cierto componente de egoísta orgullo: qué bien elijo. De Fran Sánchez Chamizo, que ya ha firmado aquí otras dos entradas (convirtiéndose en colaborador estrella), viene este artículo que es, con seguridad, de lo mejor que he publicado aquí en los últimos tiempos. Desde su puesto en el Parlamento Europeo ha sido capaz de hacer frente a la apatía que compartimos para ofrecerme un análisis que estoy muy, muy agradecido por poder, en cierto modo, hacer mío. Como siempre gracias –especialmente a él, que no ha dejado de estar nunca– por seguir ahí.
Nunca en diez años había estado cuatro meses enteros sin escribir. Las razones son varias, ninguna determinante, y la falta de tiempo sería más bien una excusa. En estos cuatro meses desde la caída del Gobierno –de la que tampoco quise seguir escribiendo, exhausto tras tantos años exigiéndola– han pasado muchas cosas sobre las que merecía la pena escribir, para bien y para mal. Pero la calidad del debate público ha caído en picado, tras mucho tiempo a la baja, para convertirse en una sombra de lo que debería ser la contienda política en una democracia moderna. Y para eso, mejor guardar la ropa que echarse a nadar. Por eso no escribo. Continúa leyendo «El día del golpe»