Estimado Rector;
Soy Jaime Fernández-Paino, estudiante de segundo curso de Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad que tiene usted el honor de dirigir.

No he podido evitar la tentación de escribirle de forma pública tras asistir impotente al linchamiento verbal que sufrió usted ayer en la Facultad de Psicología, a donde acudió para informar del estado de la Universidad, de su difícil situación y de las escasas esperanzas –existentes, le concedo; pero escasas al fin y al cabo– de que vaya a mejorar en un futuro inmediato. Sufrió usted un linchamiento verbal, si lo definimos sin paliativos ni eufemismos de tan acostumbrado uso últimamente. Lo digo por varias razones, pero la primera y principal es que no pudo defenderse de las descalificaciones, los improperios y los insultos vertidos sin tasa ni control por un auditorio enfurecido mucho antes de que llegara usted a la sala. No pudo hacerlo porque cuando no se le interrumpía con abucheos o proclamas que me atrevo a calificar de ilegales, se le negaba el derecho a replicar a unos alumnos que se aferraban al micrófono para hacer gala de una impresionante capacidad de juntar en pocos segundos una mezcla de demagogia, razón y mentiras que mueve multitudes.
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