Crónica de nuestro fracaso, prólogo de nuestro éxito

Crónica de nuestro fracaso, prólogo de nuestro éxito

I

Esto no es una entrada, sino una mezcla de disculpa, de sentimientos, de esperanza y de ilusión. Y sólo cabe hoy. Es por eso que la publico, y pido perdón y paciencia. Es muy larga, pero no le sobran palabras, lo prometo. Hacen falta muchas.

He repetido muchas veces por qué el 1 de octubre no vale. Es una trampa, una descomunal en la escala de trampas que empieza en coger más billetes de los que te tocan en el Monopoly o sumar mal a propósito jugando a la escoba, pero una trampa al fin y al cabo. Una trampa que se ha hecho a través de trampas y que se pretende culminar con la mayor de las trampas: la de sustituir la voluntad democrática de la mayoría de ciudadanos por la voluntad de una minoría con poder para imponer sus deseos.

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Lo siento, señor Puigdemont. La democracia no va a hincar la rodilla, le guste o no

Lo siento, señor Puigdemont. La democracia no va a hincar la rodilla, le guste o no

Respuesta al artículo de Carles Puigdemont en The Washington Post, titulado Sorry, Spain. Catalonia is voting on independence whether you like it or not. Este artículo está escrito en inglés en su versión original. Gracias a Christian Caryl, director de opinión de The Washington Post, por su felicitación y su interés.

La democracia es el gobierno de los que son más con el debido respeto a los que son menos. Ambas caras de la moneda son indispensables y ninguna puede romper la otra. El gobierno de los más, llamado mayoría, está garantizado por las reglas del juego: el conjunto de acuerdos que la comunidad política, en su momento fundacional, ha acordado. Y el debido respeto a los menos, llamado derechos, está también garantizado en ese conjunto de reglas, porque si la mayoría hiciera siempre lo correcto, y su voluntad fuera siempre soberana, no haría falta tener ninguna otra regla. Continúa leyendo «Lo siento, señor Puigdemont. La democracia no va a hincar la rodilla, le guste o no»

Se acabaron las vidas

Se acabaron las vidas

A mis hermanos pequeños, especialmente el que hoy cumple su primer año, les parecería de ciencia ficción, pero cuando yo era pequeño ­–más pequeño– y me enganché por primera vez a una consola de videojuegos, ésta era enorme y no distinguía más colores que el fondo y el negro. Probablemente fuera un modelo primitivo de “Game Boy”, aunque ya no me acuerdo. Sí recuerdo el desproporcionado cartucho gris que contenía el videojuego de Mario Bros., que consistía en manejar un diminuto Mario que iba saltando por plataformas esquivando bolas de fuego y agujeros. Mario tenía cinco vidas, lo que significaba que cada vez que resultaba carbonizado, tocaba un bicho o se precipitaba por uno de los pozos, volvía a un punto anterior. Pero una vez se consumían las cinco vidas, había que volver a empezar. Yo siempre fui un torpe y al final me di por vencido y me entregué a cosas mucho más divertidas como el Monopoly o el Risk.
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Olvídenlo todo

Olvídenlo todo

Cuando hace dos semanas me llegaban al móvil dos teletipos de El País –supongo que ahora se llaman notificaciones de la aplicación, pero uno es un romántico– prácticamente seguidos, yo estaba a punto de salir de casa a una reunión en la Universidad. El primero anunciaba que los partidos independentistas habían registrado en el Parlamento de Cataluña una propuesta de resolución que rompía el ordenamiento jurídico; el segundo, minutos después, anunciaba que el Presidente del Gobierno convocaba de urgencia a los medios de comunicación en La Moncloa. Continúa leyendo «Olvídenlo todo»

Alforjas

Alforjas

He tardado casi veinticuatro horas en hacer balance de las catalanas por dos motivos. El primero es que cuando ayer a las tantas de la madrugada me puse al teclado, me di cuenta de que el señor Presidente era el único líder nacional que no había comparecido en una «noche histórica»; como, evidentemente, no podría escribir esta entrada sin su imprescindible aportación, siempre provechosa, decidí esperar a que tuviera a bien pronunciarse. Bueno, ya lo ha hecho… diecisiete horas más tarde que aquellos contra los que se va a enfrentar en unas elecciones generales. En realidad, Pedro Sánchez lo ha hecho dos veces en ese tiempo, una de ellas con banderas incluidas. Todo un porte presidencial. Continúa leyendo «Alforjas»