Nunca en diez años había estado cuatro meses enteros sin escribir. Las razones son varias, ninguna determinante, y la falta de tiempo sería más bien una excusa. En estos cuatro meses desde la caída del Gobierno –de la que tampoco quise seguir escribiendo, exhausto tras tantos años exigiéndola– han pasado muchas cosas sobre las que merecía la pena escribir, para bien y para mal. Pero la calidad del debate público ha caído en picado, tras mucho tiempo a la baja, para convertirse en una sombra de lo que debería ser la contienda política en una democracia moderna. Y para eso, mejor guardar la ropa que echarse a nadar. Por eso no escribo.
No obstante, hoy es 1 de octubre, y sobre el 1 de octubre no se puede no escribir, aunque sea muy brevemente. La fecha del fracaso del Estado, pero también la fecha del gran golpe. El día que se celebró el referéndum que nunca se iba a celebrar, sí, pero también el día clave en la carrera política de un presidente del Gobierno.
Hace hoy un año, una operación de 86 millones de euros que involucraba a las jefaturas del Estado y del Gobierno, a varios ministerios, la inteligencia nacional y las fuerzas civiles y militares, fracasó. En Cataluña, dos millones y medio de personas se encontraron con colegios electorales abiertos y urnas en las que meter papeletas. ¿Es eso un referéndum? En absoluto, pero se le parecía tanto que el Gobierno de Rajoy perdió los papeles y envió a la policía a cargar contra quien o debía cargar. Y todo salió mal. Aún seguimos esperando por una solución.
Pero hace dos años, parece que nadie lo recuerda hoy, otra operación sin presupuesto (que sepamos), sin liderazgo («la máxima autoridad del PSOE soy yo», dijo una señora a la que no hemos vuelto a ver nunca más) y sin mucha idea de lo que se estaba haciendo (a juzgar por lo que iba pasando), dio otro golpe. La noche del 1 de octubre de 2016 el fatídico Comité Federal aún no había terminado cuando Pedro Sánchez anunciaba su dimisión como secretario general del PSOE menos de dos años después de ser elegido por la militancia. Un partido en desintegración se dinamitaba por dentro con la única intención de facilitar la investidura de Mariano Rajoy pocas semanas más tarde.
Dos años después, Mariano Rajoy es historia, el PSOE es el partido del Gobierno y Pedro Sánchez es su presidente. En España no funcionarán los servicios de inteligencia, pero los analistas políticos tampoco andamos muy acertados. Deberíamos hacérnoslo mirar.
Gracias por seguir ahí.
Anímate y sigue escribiendo, comprendo que la situación está tan mal que no apetece ni hablar de ella, más bien emigrar a tombuctu, pero somos españoles y tenemos que luchar por España aunque no consigamos nada pero es nuestro deber.
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Tú hace mucho que no escribes y yo hace mucho que debiera dejar de leer. Cuando un país se va despeñando por el precipicio qué podemos hacer. ¿ Intentar cambiar la situación, que no puede ser más trágica ?. No, el Gobierno hace que gobierna, creyendo que nos engaña. Maniatado por la peor calaña, despojado del mínimo pudor y cogído por …. lo que ponen las gallinas, se dedica a lucir su palmito de guaperas, Huyendo de la «quema» del Ejecutivo, mientras se fríen a la plancha, el Astronauta que, desde el espacio ve cómo los terrestres de poca monta llenamos la bolsa de Hacienda religiosamente. O, cómo feminista y Notaria Mayor del Reino, dice que prefiere a los «tíos» en el Supremo. Así las cosas, el Presidente por accidente aguanta el apretón diario de la entrepierna…..Las Elecciones pueden esperar. Nunca las gané, no vaya a ser que se repita.
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Lo peor no es que no escribas, lo peor es que tampoco haces otra cosa…
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