Los números de la reforma electoral

Tras la reunión entre Podemos y Ciudadanos de la semana pasada, el tema recurrente de la reforma del sistema que convierte nuestros votos en Cámaras ha vuelto a copar la actualidad informativa. Como en otras ocasiones, todo el país se ha lanzado a opinar al respecto de señores como Victor d’Hondt André Sainte-Laguë sin realmente tener mucha idea de lo que aquél jurista belga y este matemático francés inventaron en su momento.

En realidad, al belga le caen palos hasta del cielo por su método de distribución de escaños, utilizado en España y otro medio centenar de países, y a menudo apuntado como el principal culpable de que lo que votamos los ciudadanos se convierta en otra cosa a la hora de constituir el Congreso, los Parlamentos autonómicos o los Ayuntamientos.

Si para cuando me muera no me he borrado de politólogo, dejaré por escrito que mi epitafio rece «No era D’Hondt, eran las provincias». Esta frase, que repito de forma mecánica y cansina cada vez que toca noche electoral, tertulia del tema o simplemente conversación al respecto, es el resumen de por qué en España tenemos cuarenta y siete millones de ministros de Economía, otros tantos seleccionadores nacionales y, visto lo visto, el mismo número de expertos en sistemas electorales. Para hablar del sistema electoral, y para entender los cambios que se pueden realizar y sus efectos, hay que hacer números. De lo contrario, hablamos de teorías, de conjeturas, de intuiciones; pero no vemos la realidad. Los números de la reformas electoral se hacen cogiendo una hoja de Excel y dejándose los cuernos en ella durante varios días. No he visto que nadie se haya molestado en hacerlo, y por eso, para quien esté interesado, aquí está la mía. Para los repartos de escaños, he usado esta otra. Quien quiera perdonarse el galimatías de números, puede simplemente seguir leyendo.

Empecemos por el principio. Como magistralmente explican los autores de Politikon en La urna rota (Editorial Debate, 2015; páginas 59 a 61), el sistema electoral español se diseñó en 1977 para garantizar la victoria electoral de UCD. Fuera o no loable este propósito, el propio diputado de UCD Óscar Alzaga, que tuvo mucho que ver, lo reconoció. ¿Cómo se hizo? En primer lugar, estableciendo que los Diputados se repartieran por provincias, con un mínimo de dos por cada una, y el resto repartidos por población. Esto genera que en las provincias menos pobladas (es decir, más rurales; es decir, en aquel momento, más conservadoras), a las que les corresponderían menos escaños, exista este ‘suelo’ de escaños que les asegura más representación de la que proporcionalmente les correspondería. Y en segundo lugar, jugando con el número de Diputados de cada provincia. Así, en provincias de dos o tres escaños donde ganaba UCD, se repartía los votos sólo con el PSOE; mientras que en las grandes circunscripciones en las que ganaba el PSOE, había más escaños a repartir y por tanto más partidos que obtenían representación.

En 2017, el primer sesgo ya no es real. Como luego veremos, si modificamos el mínimo de dos a un diputado por provincia (y habría que dejar de considerar a Ceuta y a Melilla como excepciones, ya que ambas tienen prácticamente la misma población que la provincia peninsular menos poblada, Soria) la regla de reparto que establece la Ley Electoral apenas cambiaría media docena de escaños de unas provincias a otras. Pero el segundo sesgo sí continúa siendo importante. Y aquí sí entra en juego el efecto de la ley D’Hondt. En una circunscripción de tres Diputados, con este método el tercer partido debe tener más de la mitad de votos que el primero para obtener el escaño. Es decir, con D’Hondt, en Teruel (por ejemplo) la tercera fuerza necesita superar los 15.000 votos para conseguir un escaño, o de lo contrario la primera, con 30.000, obtendrá dos. Ocurre lo mismo en Cuenca: con los 53.000 votos del primer partido se obtienen dos escaños, mientras que el tercero no obtiene representación si no llega a los 26.501.

Es en las provincias de cinco escaños o menos donde el sesgo se hace más patente; y eso son 26 provincias, de las 50 que hay. A partir de los seis escaños, la proporcionalidad de la ley D’Hondt no cambia respecto de la de Sainte-Laguë. Luego veremos el mejor ejemplo de ésto.

La solución preferida por opinadores es limitarnos a cambiar a D’Hondt por Sainte-Laguë. Es otra fórmula proporcional, ligeramente menos inclinada a favorecer a los primeros partidos. Bien, estos son los resultados electorales de las últimas generales, cambiando sólo la regla D’Hondt por la Sainte-Lagüe:

 

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El principal damnificado es, lógicamete, el PP, que se deja una veintena de Diputados. Si el sesgo que favorece al partido mayoritario en las áreas conservadoras se modifica, ya que el reparto en provincias de tres y cuatro escaños es más equitativo, el resultado es claro. En el Excel se puede observar por provincias: en las mayores, de más de seis escaños, prácticamente no hay cambios, mientras que en las pequeñas, la representación de la tercera y la cuarta fuerza crecen a costa de la primera, que en el sistema D’Hondt resultaba beneficiada. La proporcionalidad, que se ve en los porcentajes de voto y de escaños, crece. Y, de paso, se desmiente un tópico: en el Congreso (no así en el Parlament de Cataluña, luego veremos por qué), los nacionalistas no están sobrerrepresentados. De hecho, son los que más se acercan a la proporcionalidad de escaños respecto de sus votos. La aplicación de uno u otro cálculo prácticamente no les afecta. El partido más proporcionalmente representado, de hecho, es en todas mis simulaciones la antigua Convergencia, ahora PDCAT: con un 2,01 de los votos, siempre está entre un 2,0 y un 2,25% de los escaños.

¿Quiere esto decir que, en realidad, con cambiar D’Hondt por Sainte-Laguë basta? Bueno, se avanza mucho. Pero seamos inquietos. Veamos qué pasa si se tocan un par de parámetros más.

En primer lugar, como ya he avanzado, si se modifica la distribución de escaños. Ya que para cambiar la provincia por otra circunscripción habría que cambiar la Constitución, se plantea dejarla como está. Se puede, no obstante, modificar ese ‘suelo’ de dos escaños, y dejarlo en uno. De esta forma, en lugar de tener 102 escaños fijos y 248 variables, tendríamos sólo 52 asignados, y podríamos repartir proporcionalmente 298. El cambio, sin embargo, es escaso. Como se ve en el Excel, apenas ocho escaños cambian de provincia. No son representativos.

Sin embargo, modificando la Ley Electoral también se puede alterar este reparto de otra manera: ampliando los escaños del Congreso. Si se pasa de 350 a 400 escaños (lo que sería un Parlamento de un tamaño muy en la media de Europa en proporción a nuestra población), la distribución de éstos cobra mayor importancia. Aquí se puede ver cómo quedaría el Congreso con 400 Diputados, manteniendo el mínimo de dos por provincia: la proporcionalidad, que se puede ver tanto en las diferencias entre porcentajes de cada partido como, simplemente, en la línea de la mayoría, quedaría muy similar a lo que ocurría con 350.

 

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La mejora sustancial de la proporcionalidad se produciría si se combina el ampliar la Cámara a 400 miembros con la eliminación del mínimo de dos escaños por provincia. Así, los escaños a repartir proporcionalmente a la población serían 321, y aquí los resultados sí son sensiblemente diferentes. Merece la pena echar un ojo a la distribución de escaños por provincias en el Excel, antes de aplicarle los resultados electorales. El ejemplo más palmario, Madrid: de tener, con el sistema vigente, el 13,97% de la población y sólo el 10,5% de los escaños, pasa a tener un 12,5% de éstos (de 36 escaños pasa a 50). Soria, por su parte, en el otro extremo de la tabla, mantendría sus dos escaños, solo que éstos ahora representan un 0,5% de la Cámara, cuando antes su representación era, teniendo el 0,1% de población, el 0,57%. La sobrerrepresentación de Soria (y otras provincias pequeñas) es, en términos porcentuales, pequeña; lo que es brutal es la infrarrepresetación de las dos mayores.

De modo que, con un Congreso de 400 Diputados y sin el mínimo de 2 escaños por provincia, tendríamos este nuevo mapa, de nuevo con D’Hondt y Sainte-Laguë. Las diferencias son importantes, y ya que hemos alterado el tamaño de la Camára, de nuevo es mejor apreciarlas en los porcentajes o en la línea de la mayoría. Mientras que con D’Hondt vuelven a alcanzar la mitad exacta de la Cámara los mismos partidos, vemos que con Saint-Lagüe los bloques y los porcentajes se equilibran.

 

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De modo que la mejor forma de acercarse a la proporcionalidad sería combinar las tres medidas que se pueden aprobar vía LOREG, sin tocar la Constitución: ampliar el Congreso a 400 Diputados, rebajar a uno el mínimo de escaños por provincia, y aplicar la regla Sainte-Laguë en lugar de D’Hondt.

Y para terminar, el último experimento. Ya que, como queda demostrado, el factor esencial del sistema electoral no es tanto la distribución D’Hondt o Sainte-Laguë como la provincia como circunscripción, veamos, en un ejercicio de imaginación, lo que ocurriría eliminando ésta y estableciendo una única circunscripción nacional. Es decir, que los escaños, se repartan con una u otra regla, se repartieran entre el total de votos nacionales.

Dos puntualizaciones hay que hacer. En primer lugar, el mínimo exigible. Actualmente es del 3% por provincia, aunque es irrelevante en las provincias pequeñas dado el sistema de reparto, y en las grandes dado que no hay partidos pequeños, en el entorno del 3-5%, que puedan pugnar. Si dejamos el total nacional sin umbral de ningún tipo, tenemos un problema, que es la entrada (vía Sainte-Laguë, no vía D’Hondt) de partidos muy minoritarios como UPyD, VOX, o el PCPE, y aquí entra en juego la gobernabilidad y un número excesivo de partidos representados. No sería recomendable. Si aceptamos el 3% provincial, sin embargo, dejamos fuera a un único partido, que alcanza el 4% nacional pero no llega a ese 3% en ninguna provincia: PACMA. Y, finalmente, si establecemos el 3% a nivel estatal, sólo PP, PSOE, Unidos Podemos, Ciudadanos, En Comú Podem y PACMA alcanzarían representación, dejando fuera a siete partidos que hoy están en el Congreso y perdiéndose más de dos millones y medio de votos, más de un 11%. Entendiendo que esta última situación no sería aceptable, he hecho las simulaciones de circunscripción única con un umbral del 3% de los votos en alguna provincia. Eso ha implicado prescindir de PACMA, e incorporar al reparto al BNG y a Geroa Bai., el primero de ellos afortunado sólo con Sainte-Laguë, el segundo sin representación en cualquier caso.

La segunda puntualización es sobre Podemos. Se han sumado al Grupo los Diputados de ECP, Compromís y EM, al igual que antes, pero indicándolo ahora ya que las tres formaciones superan el 3% en su circunscripción respectiva. No obstante, su porcentaje de voto obtenido es un 0,86% menor. No he logrado detectar por qué, aunque supongo que la marca electoral habrá sido diferente en alguna provincia y a la hora de volcar los datos de la web del Ministerio del Interior, se ha quedado fuera.

 

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Y finalmente, y por puro rizar el rizo, una simulación de circunscripción única, pero con 400 Diputados sentados en el Hemiciclo.

 

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En resumen:

  • La proporcionalidad mejora cambiando D’Hondt por Sainte-Laguë, sí.
  • Reducir el mínimo de un escaño por provincia no tendría un efecto relevante si la Cámara se mantiene en 350 Diputados.
  • Ampliar el Congreso a 400, combinado con la reducción del mínimo por provincia y la aplicación de Saint-Laguë en lugar de D’Hondt, es la mayor reforma posible dentro de los límites de la LOREG, sin reformar la Constitución.
  • Entender las modificaciones del sistema electoral es mucho más sencillo si se puede hacer con datos y gráficos, que es en lo que espero haber aportado algo nuevo.

No obstante, y por dar la nota pesimista, no creo que la sola voluntad de Podemos y Ciudadanos vaya a ser suficiente para sumar al carro al PSOE. Sólo la perspectiva de privar al PP de la ventaja estructural que le da el sistema ya debería ser suficiente. Pero llena de sorpresas está la vida.

Gracias por seguir ahí.

3 comentarios en “Los números de la reforma electoral

  1. Estoy convencida de que ninguno de los tres candidatos ha hecho números. Habrán pensado que les conviene. Sánchez está muy ocupado en reunir a sus incondicionales; ponerles en círculo y que le digan que es el más alto y guapo sin lugar a dudas. Iglesias está desbordado repasando las listas de los suyos, haciendo una «limpieza étnica». En cuanto a Rivera, metiendo el índice en el ojo del PP, mientras se da un colirio en los suyos, por lo mismo.
    Menos mal que te tengo a tí, que haciendo una política paralela (hasta que llegue la ocasión) me voy enterando de lo que pasa, realmente. Gracias Jaime,

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  2. Buenas,
    Enhorabuena, es un estudio fenomenal. Sin embargo, echo en falta el comparativa con un sistema de proporcionalidad pura, contando en el reparto las abstenciones…
    Mi comparativo lo tengo publicado en otra entrada…con las ultimas elecciones… Estáis invitados a echar un vistazo…
    Mas demócrata, mas barato, mas eficiente.
    Gracias

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