Esta mañana he compartido un enlace en mi perfil de Facebook. Ahora mismo no importa cuál. Ayer, sin embargo, compartí una foto de mi adorado Oslo. Anteayer, cambié mi foto de perfil. El día anterior, una noticia, seguramente sobre Cataluña. El anterior subí una foto con Jaime, con Patry o con la pandilla de Gijón, o una entrada de este mismo blog, o quizás un chiste. Si seguís bajando, alguna foto más con familia, o paisajes.

El enlace de hoy sólo tiene tres «me gusta». Creedme, no es una cuestión de vanidad. En mi foto de perfil, en la que salgo muy sonriente, hay 65. En mi último artículo, para mi orgullo, una veintena; uno anterior, el largo, se compartió ¡trece veces! La foto con mis primos acumula más de cien. Los post de Oslo siempre triunfan. Pero el de hoy… el de hoy sólo tiene tres.

Cabría decir que no es interesante. Pero creo que, empezando por alguno de mis propios artículos, comparto cosas bastante menos interesantes en mi Facebook, que no deja de ser una red social de, esencialmente, entretenimiento. Bien es cierto que mi perfil, insisto, no es precisamente entretenido; pero no deja de haber, que es a lo que voy, cosas infinitamente más irrelevantes o aburridas.

Podríamos pensar, quizás, que el enlace de hoy no merece «Me gustas». Es cierto, a nadie le gusta lo que he compartido (o eso quiero pensar). El problema es que hace ya tiempo que Facebook permite matizar, «reaccionar», y al me gusta se añaden opciones como «me enfada» o «me entristece». Pero tampoco hay nada de eso. Sólo tres solitarios ‘me gusta’, de modo que, me digo, no es una cuestión de matiz.

¿Por qué, entonces, sólo hay tres «me gusta»?

El enlace es al magistral editorial que esta mañana de miércoles ha emitido Pepa Bueno en la Cadena Ser, a las ocho en punto de la mañana, y que se titula Creer a las mujeres. Léanlo o reprodúzcanlo, por favor, ya que están aquí. Yo lo he escuchado con el café. Se quedó resonando en mi cabeza y ya horas más tarde, en la biblioteca, no podía quitármelo de encima, así que lo busqué y lo compartí. Incluso, me preparé para algún dabate jurídico sobre el asunto: el juicio a los sospechosos de violación múltiple juzgados en Navarra, no en Sri Lanka, por cierto. Aquí, en casa, en 2017. Me preparé para alguna discusión sobre si a las mujeres se les hace caso pero hay que tener cuidado con la presunción de inocencia; si hay que ver todas las pruebas antes de condenar; si hay que esto o lo otro. En definitiva, me preparé para la polémica.

No hubo tal. Ni un atisbo, ni un amago. A lo mejor, pienso ahora, ya de noche, es eso. A lo mejor es que Pepa Bueno tenía razón.

Lo grave es que hace unas semanas, mi amigo Fran, con el que no tengo muchas amistades en común, me hizo partícipe del mismo suceso. Me dijo: «el otro día subí una foto con mi novia y tengo cien «me gusta». Esta mañana he compartido un artículo de violencia de género y…». Hoy, que he hecho la prueba, me asombra descubrir que no es que los amigos de Fran pasen de todo (que tampoco fue lo que pensé, pesimista, aquella vez). Si los míos también lo hacen, si yo mismo lo hago porque yo tampoco reaccioné en modo alguno a aquella publicación de Fran, entonces a lo mejor algo está fallando de verdad.

Algunos me dirán que he tardado mucho en caerme del guindo. Espero que no sean ninguno de mis amigos de Facebook, desde luego. Pero la realidad es esa que se oyó hoy por la radio, tan pronto: no hacemos caso a las mujeres. No es una cuestión de creer o no creer. Es que tengo quinientos amigos en Facebook, todos ellos gente comprometida, consciente, preocupada por el mundo en que nos ha tocado vivir, con sensibilidad y con sentido común. Todos, sin excepción. No hay ningún defensor de la violencia machista en mi Facebook, porque si lo hubiera, no estaría ahí. Y aún así… sólo hay tres «me gusta». De tres mujeres, claro. Pero sólo tres.

Yo soy el primero en entonar el ‘mea culpa’. Sin embargo, mucho tienen que cambiar las cosas para evitar que todo siga igual. Y lo primero que tenemos que cambiar somos nosotros. Siempre he tenido, lo reconozco, cierta reticencia a considerarme feminista. Creo en la libertad, en la igualdad, en la justicia y en el pluralismo por encima de todo, de absolutamente todo lo demás. Pero me costaba asumir ese «-ista», tan parecido fonéticamente a otros «-ista». Me parece que estaba equivocado.

Me dirán que Facebook es trivial, que a Facebook se va a lo que se va… Bueno. Me parece que hay que tomar conciencia de lo que está pasando. Repasemos. Desde el pasado 8 de noviembre, y hasta final de año, las mujeres de este país trabajan gratis: es el prorrateo de la brecha salarial. Si concentráramos la diferencia de salarios a final de año, mientras los hombres llegamos al 31 de diciembre, las mujeres se quedan en el 8 de noviembre. Casi dos meses. Por ser mujeres, o sea, en casi todos los casos que conozco, bastante más competentes que nosotros.

Ese mismo día conocimos que «M.Rajoy», identidad desconocida hasta la fecha, cobró «indiciariamente» en negro durante al menos seis años. Presumamos, por un momento, en un ejercicio de imaginación, que el tal «M.Rajoy» se tratase de un hombre. La brecha salarial duele cada vez más.

Hoy nos desayunamos, Pepa y yo, con esa admisión como prueba de un informe que parece querer decir que la posible víctima de una violación múltiple en un portal de madrugada fue capaz de sonreir a una cámara unos meses después, por lo que, Señoría, tan traumatizada no estaría. A todos nos parece un escándalo… Pero es que ahí sólo hay tres «me gusta».

A lo mejor hay que ser feminista porque es la única manera de conseguir que, efectivamente, seamos todos iuales de una buena vez. A lo mejor sí hay que ser feminista porque para alcanzar la igualdad tenemos que partir desde tan abajo que asusta. Pero a lo mejor es cierto. Si hay que ser feminista para proteger a las mujeres y darles el lugar que les corresponde, entonces yo quiero serlo.

Este es el país y la sociedad en que vivimos. Creo que todos somos conscientes, démosle a «me gusta», a «me enfada» o pasemos la publicación de largo. Otra cosa es -y eso es lo que tiene que cambiar ya- que, como dice Toni Garrido a las diez, permitamos que algunas cosas se queden simplemente en ruido o silencio.

Gracias por seguir ahí. Y perdón por la regañina.

2 comentarios en “Ruido o silencio

  1. Bueno yo te voy a responder algo.
    Tu enlace puede que tenga pocos » me gusta» porque al verlo es algo que ya escuchamos en la radio o, vimos la publicación de otros.
    Yo te sugiero que leas a Almudena Grandes, sobre el mismo tema.
    Los medios de comunicación son muy culpables de que el respeto hacia la mujer y el trato de igualdad no avance.

    Le gusta a 1 persona

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s