Precalentando para la campaña

Si el cabreo pudiera contar votos, se acabaría el eslogan favorito de todos los comentaristas políticos de poca monta que han proliferado en los últimos años, ese de «se acabó la era de las mayorías absolutas». Los escaños de los hartos, los indignados (en el buen sentido de la palabra) y los hastiados ocuparían una enorme masa gris en el Hemiciclo, capaz hasta de llegar al número mágico de 234 –los dos tercios– que puede ponerlo todo patas arriba.

De hecho, si alguien un poco creativo y con cierto sentido del humor –porque la cosa está para echarle humor–se uniera a la fiesta de crear partidos emergentes y con un logo y unas siglas pegadizas se animara a proponer la quema absoluta en nombre de todo lo que hemos tenido que aguantar los españoles, arrasaría. Un pelotazo electoral mayor que el que iba a dar Podemos y que ahora parece que va a dar Ciudadanos.

La cosa está muy mal, y no conviene dejar de repetirlo porque es una verdad objetiva. Esconder los problemas que tenemos nos llevó a un agujero descomunal del que, por cierto, no hemos salido. El país de la piruleta en el mundo de la gominola que el Gobierno ha dibujado en los quintos Presupuestos que realiza en una sola legislatura –¿algo falla?– resulta no ser más que un bulo como la Catedral de Burgos. Con lo que cuesta hacer un Presupuesto para que no sólo no se vaya a aplicar nunca, sino que nadie se lo vaya a creer, es normal que Montoro esté subiéndose por las paredes. Y aparte de llamar intelectualmente arrogante –una forma eufemística de “sabelotodo”– al colega del otro lado de la mesa del Consejo de Ministros, se ha dedicado a soltar perlas dignas del que está a punto de darse la galleta electoral de su vida. Y lo mismo con la huida hacia delante de Álvarez de Toledo y el triste lanzamiento de toalla de Quiroga.

Mientras tanto, un diario marginal publica hoy, para culminar el atracón del PP, que el padre del señor Presidente ha estado viviendo en La Moncloa con cargo a los presupuestos de la Presidencia, a lo que el Gobierno ha respondido que el señor Presidente “se guía por el comportamiento de sus predecesores”. Yo no sé si Zapatero, Aznar o González tenían al abuelo en Palacio, pero eso es una buna señal: si lo tuvieron, yo no me enteré. Y como siempre es preferible si la pifia usted, señor Presidente, pues puestos a pifiarla que no se entere nadie. Pero nada, vuelta la burra al trigo. Además de mandarle SMS a su amigo en chirona, que es de lo único de lo que hasta ahora se le puede acusar –casi nada–,resulta que el Palacio de la Moncloa es la última plaza añadida al Sistema Nacional de Dependencia, que su Gobierno trasquiló hasta límites insoportables para cientos de familias con uno o más dependientes a cargo.

El cabreo gana elecciones porque queda poco margen para tener paciencia. Mientras los políticos afines a Mas y Junqueras convierten el Estado de Derecho en una sombra en Cataluña, coaccionando jueces y burlando leyes, en Madrid nos entretenemos con chorradas como el cambio de Día de la Fiesta Nacional, con el gran intelectual y estandarte de la izquierda Willy Toledo haciendo el ‘cateto’ y Ada Colau yéndose de madre por tercera vez en cuatro meses. Y El Comercio me compara a Pedro Sánchez con el Jed Bartlet de El Ala Oeste, lo que ha estado cerca de provocarme una mezcla de ataque de risa histérica con ictus cerebral.

Pero no se crean que en este estado de mal café sólo voy a cargar contra aquellos a los que no voté. Porque mientras tanto, en esa región olvidada que es imposible ver en El Mundo, El País o cualquiera de las televisiones nacionales, a la que sólo va el líder de la Oposición para acariciar vacas –«madre mía, creía que eran más pequeñas» fue la gloriosa expresión que dejó Sánchez en Gozón–, el circo continúa. Ahora al (inexistente) Gobierno del Principado le ha dado por criticar el cupo vasco, como si estuviera el horno para bollos, sin pararse a pensar en las razones históricas que le asisten y sus evidentes resultados; debe de ser que Asturias, líder en decrecimiento positivo o como se diga aquello que inventó De Guindos y en desempleo juvenil compitiendo con Andalucía, no tiene cosas mejores que hacer que criticar al vecino. Mientras, Foro Asturias, ese excelente partido al que tuve el honor de pertenecer, y del que tuve el honor de irme antes de que me echaran por bocazas, se dedica a convertir sus Estatutos en una broma de mal gusto –otra vez– sin saber muy bien a qué agarrarse después de que la nula asunción de responsabilidades tras las últimas autonómicas le haya condenado a la triste desaparición.

¡Espabílense! Yo estoy a 3.000 kilómetros del Registro de Partidos, y aunque ganas no me faltan, no podré ser yo el que monte una candidatura para el desahogo y la catarsis colectiva el veinte de diciembre. Busquen a alguien dispuesto o voten a Albert Rivera, que por lo menos, por lo menos, parece saber por qué el agua cae del cielo, ha visto alguna vaca en su vida, y no recibe las invitaciones de la Casa Real como si fueran SPAM, «en la bandeja que nadie mira». Todo un gesto.

Gracias por seguir ahí.

3 comentarios en “Precalentando para la campaña

  1. A mi todavía no me han echado, y mira que les digo todo lo que no quieren oír… Y lo oyen, eh? Vaya si lo oyen, aunque no quieran… Y no les queda nada para seguir escuchándome. Pero necesito apoyos, y no los tengo claros…

    Por cierto: yo soy incapaz de descojonarme al pronunciar crecimiento negativo. Cómo lo hacen ellos para mantenerse impasibles?

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    1. Yo de lo que soy incapaz es de no estrangularme a mi mismo cuando oigo esas grandes citas como «un plato es un plato y un vaso es un vaso», «¿y la europea?», «si lo imposible se puede hacer, que en este caso haré lo imposible para que sea posible y para que no se vuelva a repetir» o «la cerámica de Talavera no es cosa menor, es más, es cosa mayor»… Y tengo más. Muchas más. Y que el tío no suelta ni una ristita, oye…

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      1. Si, yo también he oido alguna. La lo imposible se la dijo a Alsina, si no recuerdo mal, y el tío no le dijo ni mu. Creo que no reaccionó, jajaja. Es lamentable… y o peor es que es probable que vuelva a ganar. Por la falta de una alternativa decente, claro.

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