Era previsible. Y nos pasa mucho, como país. Somos muy de eso: ganamos el mundial de fútbol y «Oa, oa, oa, Iniesta a la Moncloa». Se infecta una enfermera de ébola y dejamos de darnos la mano «no vaya a ser». Cae una tormenta un poco fuerte en junio y alertamos del fin de la civilización… en fin.
Pero lo de este mes ha sido de récord. Lo que ha visto la política española estos últimos 20 días lo supera todo. Libros se estarán escribiendo ya, espero, porque merece la pena ponerse a gastar la tecla para contar lo que ha pasado aquí: en 20 días hemos visto cosas que no se nos habían pasado por la imaginación en 35 años de democracia, ahí es nada.
Ada Colau es la nueva Alcaldesa de Barcelona –nunca digan «jamás», ya ven– y ha sustituido la Concejalía de Juventud por la Concejalía del Ciclo de la Vida. «¿Usted a qué se dedica? Yo soy Concejal del Ciclo de la Vida». Han leído bien. Y si han visto El Rey León, se están acordando del mono levantando a Simba en el peñasco mientras sonaba la canción homónima a la Concejalía. Hemos entrado en el país del dibujo animado o en la sabana, no lo tengo muy claro.
Pero si nos ponemos con las candidaturas de «unidad popular», nos ponemos con Madrid. A punto estuvo de ganar las elecciones a Esperanza Aguirre –que ahora voy con ella– la ex magistrada Manuela Carmena, una respetable señora de 72 años que tenía la campaña hecha con las pérdidas de papeles de Aguirre; pero de eso ya he hablado. Lo que digo es que las elecciones casi las gana Carmena… y sólo Carmena. Porque lo que venía detrás de ella en la papeleta es para echarse a llorar, y no de risa. Nos reíamos de Ana Botella, que iba de número dos de Gallardón, pero Dios quiera que a la señora Carmena no le pase nada y tenga que ser sustituida. Entre el chistoso de Zapata, el gracioso de Soto –Gallardón y guillotina–, la iluminada de Mendiola –Botín y horca– y la insigne Rita Maestre –procesada, que no imputada, por delito contra los sentimientos religiosos– podemos darnos por satisfechos con la lista electoral. Carmena tiene casi media docena de concejales con la dimisión pendiente en sólo seis días de mandato, apunten ahí otro récord inédito. Si le suman que al cuarto día ha declarado que «el programa electoral son sugerencias» y no vincula políticamente –¿les suena de algo, lo del programa según las circunstancias?–, y que se le ha escapado que son las «madres» las que tienen que limpiar los colegios, el fracaso de la primera semana no lo levanta ni ofreciendo a Monedero en sacrificio.
Decía antes que voy con Aguirre, porque la función ha sido de las mejores en décadas. La lideresa, por ofrecer, hasta ofreció al PSOE de Carmona la Alcaldía siendo tercera fuerza; es más, le ofreció que cumpliera su programa, el del PSOE, y afirmó que si el problema era ella, Aguirre, que dimitía. No cuajó y lo siguiente que propuso fue una Alcaldía «de unidad» de todos menos Podemos; vamos, lo que amargamente se queja de que hacen los partidos con el PP. Finalmente se dio cuenta de que aunque bailara la danza de la lluvia en la fuente de Neptuno nadie le iba a dar el bastón de mando a la madre de Púnica, y desapareció durante una semana, para mi desasosiego, dejando de ofrecer pactos de gobierno inverosímiles cada 12 horas.
Pero que el espectáculo en Cibeles, que bastante bien le ha venido al señor Presidente como cortina de humo –que ni el socorrido Gibraltar en los veranos en los que sube la prima–, no nos tape el resto de Autonomías. A Ciudadanos se le ha subido la llave –parlamentaria– a la cabeza y se ha proclamado, sin que nadie se lo haya pedido, Guardián de la Renovación y Lord Protector de la Democracia. En Murcia obliga a dimitir a cuatro cargos del PP, en la mitad de las Comunidades Autónomas fuerza a otros partidos a celebrar primarias y en La Rioja ¡exige la dimisión del ganador de las elecciones! Oigan, pero ¿quién se han creído que son? Pedro Sanz, que no ha tenido que sepamos problemas con la Justicia, ha ganado las seis elecciones a las que se ha presentado, incluyendo las del 24 de mayo, y cinco con mayoría absoluta. Y si el PP no quiere celebrar primarias, que sean los votantes los que le reprochen en las urnas su falta de democracia interna. Pero ¿es acaso Albert Rivera alguien para decir si los votantes se equivocan, o cómo se organizan internamente el resto de partidos? Máxime cuando él concurrirá a unas primarias que, llámenme loco paranoico, ganará con un 80% de los votos. Tampoco es lo que se dice una gran competencia interna. Ciudadanos está confundiendo su papel.
Y para culminar el mes ha llegado, como no, la máxima ida de manos. Porque el señor Presidente nunca defrauda. Ayer comentaba yo con un gran amigo que no sé lo que voy a hacer cuando se retire, porque el juego que ha dado estos siete u ocho años es incomparable.
Después de proclamar a bombo y platillo que su partido había ganado las elecciones perdiendo dos millones y medio de votos, quinientas mayorías absolutas y seis Comunidades Autónomas, y pasando de gobernar a 16 millones de españoles a hacerlo sólo sobre 5, porque eso es una victoria y lo demás tonterías; después de que un conato de motín llegara a poner en duda su candidatura a la reelección; y después de que se consumara el 13 de junio la mayor pérdida de poder político de un partido, el suyo, en la Historia de España, el señor Presidente comentó en un corrillo de periodistas que haría «cambios».
Entonces se nos fue de las manos otra vez, como con los chistes de Zapata por los que todos nos hemos erigido en Inquisición, y España se dispuso a contemplar la mayor crisis de Gobierno que ha parido un Presidente, un cambio radical, «no cosmético», un golpe sobre la mesa del hombre de los golpes sobre la mesa. Feijóo, Alonso, Cospedal –¡¿Cospedal?!–, Trillo o, vaya usted a saber, ¡Aznar!
Y entonces llegó el día… y se acabó el día. Y por un lado los ministros, desesperados comprobando si están con cobertura; temiéndose que el señor Presidente innove y se pase al WhatsApp, que a veces se queda con el relojito y no envía y no recibe y qué le pasa a la máquina ésta. Por el otro, los periodistas, a trompicones de acto en acto con un ojo puesto en la sala de prensa más cercana, como quien localiza la salida de incendios, y el otro en la Web de La Moncloa, porque no se les olvida que de los tres ceses ministeriales que lleva, el señor Presidente no ha comparecido en ninguno. Todo el país pendiente del gesto, la mirada delatora, el ministro más contento de la cuenta, el ramo de flores entrando en el despacho del agraciado.
Pero pasan las horas y termina el día sin que el Gobierno sufra bajas. Bajas visibles, me refiero, porque José Ignacio Wert es el primer ministro de la Historia que dimite de su cargo y no le dejan irse. Que el miembro del Ejecutivo con la peor valoración CIS desde que existe la valoración CIS ha presentado su renuncia es un secreto a voces. Pero el señor Presidente ha decidido que él cambia sus ministros cuando a él le da la gana, no como el perroflauta de Gallardón, que con su perreta le obligó a mandar un Real Decreto a firma del Rey mientras estaba en Nueva York. A dónde vamos a llegar.
Y entonces llega el jueves, damas y caballeros, y sin rastro de la crisis de Gobierno el señor Presidente abronca a su Ejecutiva Nacional diciendo que hay que «hablar más, salir más». Mientras lo dice, mientras pronuncia esas mismas palabras, esos exactos términos, su discurso se ofrece en la sala de prensa de la calle Génova a través de… Sí, adivinan bien. No, no se desesperen.
Una pantalla de plasma.
Otra vez la pantalla de plasma.
La verdad que todo es un esperpento, la Carmena que muchos decían que no era de Podemos pero se le veía el plumero por todos lados y que nombra a todos sus concejales entre lo peorcito del tal Podemos. Mi mayor decepción ha sido Ciudadanos , Albert y compañía de repente se creen dioses, negociaciones eternas, con 70 puntos casi imposibles y firmo pero prepárate que te vigilo y encima no ganaron casi nada. No se puede una fiar de nadie. Y Rajoy que no aprende ni a la de tres. Qué desastre
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Jaime, Dios te conserve el sentido del humor, la capacidad de síntesis, de análisis….Leerte es una gozada. Tienes razón : es una situación tan subrealista, tan incomprensible, que haces bién en echar mano de la ironía y el humor. ¿ Y Pedro Sánchez y el cordón sanitario ?. Espero impaciente que del PSOE lances «un torpedo en la línea de fltación…..» (Mariano dixit).
Sin mucha demora, acude a tus «fuentes» y recursos literarios y haznos disfrutar un poco, que buena falta nos hace.
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