Hace doce o trece años que leí por primera vez esas palabras, escritas por Pérez-Reverte, tumbado sobre la alfombra del salón de su casa el día que mi abuelo me regaló su ejemplar de El capitán Alatriste. Desgraciadamente, la férrea costumbre de anotar la fecha en la que un libro caía en mis manos la adopté algo más tarde, pero algunos ‘indicios’ me dicen que fue en algún momento de los años 2001 o 2002. Supongo que después de que se diera cuenta de que los dos primeros libros de Harry Potter, que sí tienen fecha de enero de 2001, me habían durado lo que una sonrisa a Pablo Iglesias.
Estas navidades he vuelto a leerlas, tanto tiempo después, para recordarme que, queramos o no, las personas que tenemos a nuestro alrededor definen nuestra vida: media vida después, no he olvidado las primeras palabras de Alatriste. Estos días de descaso y de buenas compañías, cada año, son los que más agradecimiento me hacen sentir para con todos los que día a día compartís conmigo mis alegrías y mis penas, mis victorias y mis derrotas, mis éxitos y mis fracasos, y sobre todo, me permitís compartir con vosotros los vuestros. Hoy me ha parecido un buen momento para darlos las gracias.
Creo que es bueno hacerlo, aunque sea de vez en cuando, porque nos ha tocado vivir un tiempo en el que la rapidez, la inmediatez y la constante información provocan que lo que antes eran grandes momentos ahora sean instantes fugaces, que se confunden unos con otros entre las millones de cosas que hacemos, vemos y decimos cada día. Rara vez dedicamos el valioso –y siempre escaso– tiempo que tenemos a pensar en lo mucho que debemos a tantas y tantas personas que cada día hacen de nuestra vida un camino un poco mejor.
Siempre pienso en dos familias, la de sangre y esa otra a la que elegimos, que es tanto como la primera y a la que solemos llamar ‘amigos’, y a todos los que las integran les quiero dedicar estas palabras, que no dejan de ser política, aunque parezca que me ha poseído el Espíritu de las Navidades Futuras de Dickens. Porque sin ellos, ninguno de nosotros podría pelear como peleamos, día a día. Porque solos jamás llegaremos a nuestros destinos.
Ya llegará el momento de analizar el –magnífico– discurso del Rey Felipe o de hacer balance del año que acaba. Hoy ha tocado parar y pensar.
Gracias por seguir ahí, feliz Navidad y que 2015 sea un año lleno de caminos que podamos recorrer juntos.
Jaime, me has descolocado.
Llevo meses con muy poco tiempo para tus entradas y hoy, después de recoger la cocina que dejaron los 26 comensales, decidí meterme en la cama pronto. Al ver tu email pensé «por fin tengo tiempo, seguro habla del discurso del rey».
Pues no! Me he equivocado! Y me alegro que así fuera, pues aunque es una entrada escueta, va cargada de sentimiento y me apunto el tanto de la parte de «amigo» que me toca.
Espero ansiosa la siguiente entrada.
Que pases buenas fiestas.
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