El Hemiciclo recuperó el pulso

Tras el Debate sobre el estado de la Nación comencé una entrada en la que analizaba, cada cual juzgará con cuánto acierto, tanto el propio Debate como las consecuencias a corto y medio plazo. Hace ya un mes de eso y no tuve tiempo de terminarla, pero para evitar dejar el asunto sin tratar, y también porque no quiero dejar de publicar lo escrito, voy a insertarla ahora antes de pasar a la siguiente. Pido disculpas por el dislate y por las referencias temporales erróneas.

Mi silencio reciente no ha sido involuntario. Más aún, he querido hacer ejercicio de la prudencia antes de analizar con la seriedad y el rigor que merecen los últimos acontecimientos. Sin embargo, el Debate sobre el Estado de la Nación (DEN) celebrado la pasada semana me impone romper ese pretendido silencio.

Empecemos pues por el final, por el DEN. Somos un 4,3%, pero existimos. Me refiero al porcentaje de cuota de pantalla alcanzado por el canal 24 horas de RTVE (para lo que es la media de audiencia, un auténtico  pelotazo) durante el minuto de oro de la retransmisión en directo desde el Congreso, correspondiente a la dúplica entre Rajoy y Rubalcaba. No es el non plus ultra pero desde luego supone un avance en lo que respecta al interés ciudadano por la cita parlamentaria del año. Evidentemente ni tan siquiera puede mirar de frente a las desmedidas cotas de audiencia del discurso presidencial sobre el Estado de la Unión norteamericano (acontecimiento éste que merecería una entrada por todo el simbolismo que le rodea), aunque en cuestiones de política y democracia pocas comparaciones podemos hacer con Estados Unidos.

Decía, en fin, que parece que resurge el interés ciudadano por el DEN. Nada más lejos de la realidad, por supuesto. La gente está muy harta –hago notar a los que más me frecuentan que es la primera vez que utilizo esta expresión en este foro– y lo que quiere, con razón, es ver si esta vez alguien da la cara. Son demasiados los asuntos que cercan día a día la moral ciudadana, y la casta dirigente demasiado mediocre para poder hacerles frente con, aunque sólo fuera eso, un poco de dignidad. En ese sentido el DEN fue tan decepcionante como lo han sido sus cuatro predecesores y nada me da motivos para pensar que esa valoración cambie mientras los protagonistas sigan siendo los que son.

Sin embargo, parlamentariamente hablando y obviando la descomunal sensación común de hartazgo y desprecio por lo que allí dentro sucede, el Hemiciclo recuperó el miércoles un pulso que perdió hace ya varios años. Por primera vez en mucho tiempo se vivió un debate con algo de convicción, con ciertos puntos vibrantes que suenan a terremoto en el encefalograma plano al que estamos acostumbrados.

Es triste pero no carente de lógica que detrás de esa nueva “pasión”, con muchas comillas, esté el descrédito al que se enfrentan todos los que se dedican a representarnos. Su propio futuro (y, como ya dije, el de los que pretendemos sucederles) está en juego y parece que se han dado cuenta de que la corrupción puede acabar con él. En España aún no ha salido un Beppe Grillo que arrastre irresponsablemente al país a una crisis política capitalizando un 25% de los votos de unas elecciones llamadas a sacarnos de un agujero, pero no está muy lejos. Nos reímos de Italia porque un payaso le ha disputado el puesto a un bufón más que presuntamente delincuente, pero aquí los corruptos denuncian a su partido por despido improcedente, la presunción de inocencia es un fantasma de las Navidades Pasadas y el secreto de sumario como protección procesal se convierte en un ‘pasen y vean’ circense que ningún juez en todo el país parece ser capaz de controlar.

Quizá haya llegado el momento en el que sus Señorías han tomado consciencia de que se la juegan en estos días. Y con un poco de suerte lo sucedido en Italia les sirve de lección sobre lo que puede ocurrir si la clase dirigente se permite el lujo de dejar de ser útil al interés general.

La otra cuestión subyacente y sobre la que no me he pronunciado, claro, es el caso Bárcenas, que se augura largo. Ha sido un golpe frontal contra la cúpula del Estado como no ha habido otro desde el escándalo de los GAL. Muchas sombras se ciernen sobre el asunto…

Seguiremos con Bárcenas, quizás, en otra ocasión.

Gracias por seguir ahí.

Un comentario en “El Hemiciclo recuperó el pulso

  1. El día que alguien de un paso adelante para salir a la calle y cambiar las normas, será seguido como el flautista de Hamelin. Yo el primero que le seguiré, claro. Los que están ya no pueden aportar más sino es yéndose.

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