Antes incluso de empezar a escribir ya soy consciente de que ésta va a ser de las entradas más broncas y encendidas publicadas en este blog en los últimos años. Por cierto que es la tercera que empiezo este año tras un balance frustrado y una cuestión catalana que me satura. En fin, pretendo terminarla sin perder las formas pero quizá sea imposible.
Porque están por todas partes. Allí donde mires, donde abras un periódico, enciendas la radio, mires una web de noticias, veas un telediario o leas un twitt. Lo han conseguido y han colmado la paciencia de todos, incluida la mía que ya está sobradamente ejercitada.
En este momento aparece en el Canal 24h el secretario general del PSOE, que repite por activa y por pasiva que el Presidente del PP tiene que salir “ya” a dar explicaciones de inmediato sobre por qué en su Ejecutiva se cobró dinero negro con total normalidad. Y poco me sorprende que apenas 4 minutos después de empezar Rubalcaba su hipócrita exigencia de la dimisión de Montoro decidan cortarlo para trasladar la señal en directo al discurso, infame como siempre y falto de contenido para variar, de Dolores de Cospedal en un mitin de concejales del PP.
Con total sinceridad, yo no puedo comprender cómo se puede salir a la palestra a decir, para atacar a un partido inmerso en una investigación por corrupción, que “si yo fuera secretaria general de un partido cuyos dirigentes tienen cuentas en Suiza, tendría que dimitir”, y tres días, ¡tres días! después, cuando se destapa no sólo que presuntamente su tesorero guardó en dicho paraíso fiscal veintidós millones de euros sino que durante ¡¡VEINTE AÑOS!! repartió presuntamente sobres con 5.000 euros cada mes a los dirigentes del partido, diga que “no le consta”.
Pero del mismo modo tampoco me cabe en la cabeza convocar una rueda de prensa para exigir la dimisión del Ministro de Hacienda cuando tú tienes de Presidente de Partido a un tipo bajo cuyo mandato se ha presuntamente producido desvío de caudales públicos
Yo no digo que sean todos, ni que sean la mayoría. Esta banda de sinvergüenzas que ocupa cargos públicos en España, que desde hoy aquí ya no se vuelven a llamar políticos porque la política es otra cosa y los políticos son los que se dedican a ella, no solo está llevando al país a la ruina por la incapacidad de unos y de otros de gobernar sino que se está cargando algo que no le pertenece en absoluto: mi futuro.
Mi futuro y el de todos los que tenemos la ilusionante vocación de poder servir un día a España como representantes ciudadanos, gobernantes o gestores.
Mi futuro y el de todos esos jóvenes que, según la impresentable Ana Botella, tenemos que desaparecer de los partidos políticos y ponernos “a prepararnos para el futuro”. No hay que eliminar Nuevas Generaciones o Juventudes Socialistas, ilustre Alcaldesa, hay que implantar un filtro que evite Aídos, Pajines, Matos o Carromeros que nos sonrojan a todos los demás.
Mi futuro y el de cualquiera que crea, como yo, que es posible hacer política con honradez e integridad, sin que sea necesario saber reprimir el sonrojo (cuando aún queda de eso) ante un micrófono para mentir con descaro.
De toda esta caterva, encarnación de la mediocridad que nos gobierna, es la culpa de que yo tenga que poner cara de circunstancias cada vez que digo que pienso dedicarme a la política. De esta gentuza que se dedica a reírse de los ciudadanos sacando dinero a espuertas de sus arcas, a colocar a los amiguetes, a dejarnos en ridículo ante el mundo, a redactar la ley haciendo la trampa y a decirle al juez, cuando éste no está metido en el ajo, que “mire, Señoría, tanto presunto (que no jamón portugués) hay aquí que yo ya no me acuerdo de lo que hice y lo que no”; de ellos es la culpa de que mi profesora de Civil nos diga cada pocos días que, por Dios, no utilicemos los conocimientos que nos da para dentro de veinte años constituir sociedades destinadas a robar al prójimo y burlar a Administraciones.
Suya, íntegramente suya, es la responsabilidad de que “política” sea sinónimo de “robo”, “político” lo sea de “chorizo” o “Diputado” signifique “vividor caradura”.
Y ¿quién va a limpiar esta grandísima, con perdón, mierda con la que están cubriendo la ‘cosa pública’? ¿Yo, y otros tantos como yo, cuando sepamos y podamos? Y ¿se puede saber cómo vamos a convencer a los ciudadanos para que confíen en nosotros? ¿Cómo es posible que nos tengamos que ir a enfrentar a una presunción de culpabilidad, que tengamos que ir con nuestra declaración de bienes por delante y una Biblia sobre la que jurar o una Constitución sobre la que prometer por nuestra conciencia y honor que serviremos con fidelidad, como han hecho ellos para después incumplirlo? Ellos, que en virtud de este juramento que todos han hecho, carecen ya de cualquier atisbo de conciencia u honor.
A mi generación no sólo le quedará el deber circunstancial de sacar al país y al mundo de la crisis económica, social, política, medioambiental y humanitaria que nos dejan; por si fuera poco, antes de eso tendremos que luchar contra una espada de Damocles en forma de esta reputación que no merecemos pero que ellos ya han dilapidado para los próximos treinta años. Y si ya aceptamos a regañadientes la primera, no sé hasta qué punto vamos a tolerar la última.
A mí no me quitarán mi vocación, pero están acabando con otra cosa: no sólo es vuestro; también es mi futuro, ladrones.
Ya echaba de menos leer algo tuyo Jaime, tu entrada no ha podido evitar recordarme a un artículo titulado «El triunfo de los mediocres» atribuído a Antonio Fraguas de Pablo (Forges), te dejo un enlace por si te interesa, para consuelo de tontos yo apoyo a los que opinan que el problema que reflejas no está solo circunscrito a la política aunque sea uno de los mejores ejemplos…
Un abrazo, Ángel
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http://periodicoelsatelite.webnode.es/news/el-triunfo-de-los-mediocres/
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Gracias, Ángel, como siempre. Tengo «El triunfo de los mediocres» aquí mismo, en el blog, con el título ‘Un país mediocre’ y fecha de 26 de junio de 2012. Lo que desconocía era el autor, dato que te agradezco y paso a incorporar. Leo a David Jiménez siempre que tengo ocasión y, efectivamente, su «Triunfo de los mediocres» subyace y mucho en esta entrada de cabreo y desahogo. Un abrazo.
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No me sorprenden tus escritos cargados de inteligencia e información. Significan el resultado de muchas horas de lectura y estudio, buceando en las tripas de la historia antigua y reciente. Tu curiosidad e interés por la noticia, lejana y cercana.
A los 11 años, llegabas del colegio y abrias la prensa, opinando sobre el conflicto palestino-israelí.Lamento que los jóvenes como tú tengais que formaros y crecer en esta mierda de pais «que no la reconoce ni la madre que la parió» como dijo premonitoriamente un dia Alfonso Guerra.Me parece bién que seas políticamente incorrecto. La independencia será tu mejor aval,mientras te preparas y creces. La gente como tú tendreis que nadar contra corriente. No en las azules aguas del mar que nos rodea, sinó en la ciénaga que vais a heredar. Ánimo
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