Son ya varias las ocasiones en los últimos tiempos en las que me sorprendo a mi mismo rompiendo una lanza en favor del ex Presidente del Gobierno Rodríguez Zapatero.
Es curioso, teniendo en cuenta que las críticas que le he dirigido en los últimos años han sido, cuanto menos, furibundas. Vaya por delante que, para mí, Zapatero ha sido y es el peor Presidente de la historia reciente de España; y, sin embargo, durante estos últimos 100 días he encontrado en Rajoy ciertas carencias que superan algunas de las de Zapatero, por imposible que me pareciera hace apenas un año. La última llegó ayer, cuando una vez más un titular de la Presidencia del Gobierno me provocó un bochorno intangible. Siendo franco, la escena de Mariano Rajoy huyendo -literalmente- de la prensa mientras la Bolsa de Madrid se hundía y el diferencial con la deuda alemana ascendía sin freno me pareció digna del magistral Gran Dictador de Chaplin. Y no pude evitar pensar que Rodríguez Zapatero, al menos, atravesaba los ‘canutazos’ de periodistas con esa sonrisa bobalicona, farfullando excusas y soltando lastre con frases tan grandilocuentes como vacías. Al menos, no se daba la vuelta y salía por el garaje. Son dos actitudes políticamente inaceptables, pero la de Rajoy refleja una cobardía y falta de aplomo incompatible con sus responsabilidades.
Solo 24 horas antes, la página web del Palacio de la Moncloa publicaba una crónica de las actividades del Presidente durante la jornada, en la que se incluía una breve reseña sobre una reunión de la Comisión Delegada del Gobierno para Asuntos Económicos con los ministros de Sanidad y de Educación. El último párrafo de esa reseña terminaba así: «el ahorro previsto superará los 10.000 millones de euros.» Después, el texto continuaba con otros asuntos.
Es decir, uno de los anuncios más importantes de los últimos meses, que abre un amplísimo debate sobre el Estado del Bienestar, se realizó de pasada en Internet, casi de incógnito, sin un portavoz, un Ministro y no digamos ya sin un Presidente.
En mayo de 2010, el Gobierno Zapatero solicitó un Pleno extraordinario del Congreso de los Diputados para que el Presidente subiera a la Tribuna durante dos horas y explicara a España que su Ejecutivo se disponía a aprobar un paquete de medidas que bajaba los sueldos de los funcionarios, congelaba las pensiones, y eliminaba subvenciones y planes diseñados en los felices años de la memoria, el matrimonio y la igualdad. Un ajuste sin precedentes (no sabíamos lo que nos esperaba; o, mejor dicho, algunos nos hicieron creer que no lo sabíamos) exigido por una Europa semi noqueada por una crisis global y, por cierto, presidida en aquel momento por España. Zapatero rompió ese día su política, renunció a los principios con los que optó al poder, traicionó su palabra y reconoció su incompetencia y sus mentiras. Fue muy grave… Pero, al menos, tuvo el valor de subir a esa Tribuna para dar la cara.
En 100 días de Gobierno, Mariano Rajoy ha subido una vez a la Tribuna del Congreso, para explicar el Consejo Europeo de enero. Ha comparecido 6 veces ante la prensa: una para anunciar la composición del Gobierno, otra en Bruselas con el mismo Consejo Europeo, otra tras el Consejo de Seguridad Nuclear de Seúl y tres con los mandatarios extranjeros a los que recibió en Moncloa. Y ha mantenido una reunión pública, esta mañana, con su Grupo Parlamentario; no admitió preguntas ni siquiera de los suyos. Mientras tanto, su Consejo de Ministros ha aprobado 4 grandes reformas estructurales, ha sufrido una huelga general y ha elaborado unos Presupuestos Generales del Estado. A su paso por el Congreso, ninguno de estos proyectos fue defendido por el jefe del Ejecutivo.
No comprendo a qué espera Rajoy para convertirse en el Presidente del Gobierno que prometió ser: «yo daré la cara ante las dificultades económicas sin esconderme», afirmó en la primera entrevista que concedió tras su investidura. Es una exigencia política y ciudadana que cumpla su palabra y dé la cara. España no está preparada para cuatro años de Presidencia invisible. Los españoles no deberíamos hacer más sacrificios si no comienza a pedirlos la persona a la que elegimos -esta vez sí, lo digo en primera persona- para hacerlo.
Zapatero pasó a la Historia como el Presidente menos valorado de la España democrática; Rajoy no puede hacerlo como el menos visto. Eso no es lo que elegimos, y mucho menos es lo que merecemos.
Entrada número 30, WordPress lo celebra… Yo, por supuesto, ni idea. Gracias por seguir ahí.