Nunca me ha gustado la economía, y no en vano soy de letras. Por eso, entre otras cosas, esta última Legislatura me ha resultado tediosa hasta el extremo. Sea como fuere, la economía hoy pesa más que la política, y lo seguirá siendo hasta que esta dichosa crisis acabe pereciendo. Pero en ese campo de la economía, muchas veces se cuelan la ética, la ideología, etcétera.
Hace algunos días, me enviaron un artículo de un columnista de El País. El señor Pastor Guzmán, después de una exposición de su vida dedicada al esfuerzo, argumenta que a él nadie debería pedirle esfuerzos añadidos para salir de la crisis. Que él nunca ha vivido «por encima de sus posibilidades». Que él nunca especuló con activos financieros, ni realizó operaciones bursátiles dudosamente justificables. No le falta razón.
Pero sí está dejando a un lado una buena parte de la crisis que está hundiendo a España. Guzmán dice que a él, que siempre ha trabajado honradamente, no hay que pedirle sacrificios porque él no tiene la culpa de lo que hicieran los bancos. Un planteamiento, francamente, muy liberal conservador.
Porque si nosotros no tenemos la culpa de lo que hagan los bancos, tampoco la tenemos de que las empresas dejen de contratar. Y por lo tanto, no es culpa nuestra que en España haya 5.000.000 personas que no pueden trabajar. Así que, singuiendo este razonamiento, la pregunta es: ¿tenemos nosotros que pagar con nuestros impuestos las prestaciones que reciben las personas que deben alimentar a sus hijos, que no reciben suelo y que están al borde de la bancarrota?
La respuesta, lógicamente, es que sí.
Es que no se trata del «quién tiene la culpa». Asumo como propia la reivindicación de que a quienes estén detrás del crack financiero hay que exigirles responsabilidades, pero me niego a decir que como yo no hice nada malo, a mí que no me miren. Y eso que, todavía, no pago impuestos.
Esta no es una crisis financiera, es una crisis total. Crisis económica, crisis laboral, crisis política, crisis social. Y nos afecta a todos, seamos buenos o malos, hayamos pedido hipotecas o no, hayamos gastado más o menos.
No vamos a salir de ésta escurriendo el bulto y acusando a los de siempre para eludir responsabilidades. No vamos a salir de ésta si nos negamos por principio a colaborar. ¿Que hay que pedir más a los que más tienen? Sí. Pero hay que pedir a casi todos, porque si no esto no funciona.
Sólo la unidad y la solidaridad nos va a salvar del agujero. Ni Rajoy, ni Rubalcaba, ni Rosa Díez, ni Emilio Botín. Este país necesita estar unido en algo que vaya más allá del fútbol, porque de lo contrario no tardaremos en irnos al hoyo.
Por lo tanto, no: no tenemos la culpa de la crisis. ¿Quié la tiene? ¿Los bancos, por especular? ¿Los Gobiernos, por no generar confianza? ¿Las empresas, por no contratar? ¿Los ciudadanos que no supieron ahorrar? ¿O quienes les infundieron el consumismo de «a comprar que aquí no pasa nada»? Eso ya no importa.
La crisis es un hecho y nos afecta a todos, no me cansaré de decirlo. Que España no pueda dar empleo a una de cada cuatro personas que lo piden es algo que me afecta personalmente. Así que no basta con ahuecar el ala. No basta con señalar a los de enfrente. Ahora no basta con decir que no fue culpa nuestra.
«Soraya [Rajoy], el esfuerzo nos lo pides a todos».
Gracias por seguir ahí.